Sylvester H Roper: El legado perdido del mártir del motociclismo

Boston, S. XIX, el calor húmedo del verano puede llegar a ser asfixiante. Me encuentro rodeado por edificios de unos 4 a 5 pisos, centrales de manufactura para gigantes de acero, el sudor se cuela a través de los tejidos de mi traje mezclándose con el aceite y el vapor. Solo deseo culminar mi proyecto. ¿Cómo viajar más rápido de lo humanamente posible? ¿Como superar mi capacidad bípeda por una velocípeda?

Desde el S. XIX, existen registros de la primera motocicleta jamás concebida. Fue entre 1867 a 1868, que, Sylvester H. Roper, a sus 40 años; fijaría un motor a vapor en una bicicleta de chasis rígido conocida como las “Boneshaker”, transformándola en un velocípedo. Sería durante una prueba de campo, 24 años después, que su invento terminaría con su vida. 

Nacido en 1823, fue el segundo mayor de 5 hermanos. Mostraría una habilidad para la mecánica desde temprana edad construyendo su primera máquina de vapor estacionaria a los 12 años, a los 14, llegaría a fabricar un motor de locomotora sin jamás haber visto uno. En los primeros años de adultez, patentaría múltiples diseños tales como: máquinas de coser, herramientas mecánicas, hornos, armas, entre otros. 

La noticia de la llegada de Abraham Lincoln a la presidencia se encontraba en todos los diarios, un fuerte murmullo de resistencia se escuchaba en las calles y los campos. "Guerra Civil" le llamaban, una disputa por la expansión de la esclavitud. Como hormigas debíamos producir y expandir para la armería Springfield, la productora de balas y armas de nuestro ejército... Al menos tendré más materiales pensaba, ojalá todo acabe pronto, repetía esto como un mantra mientras daba vueltas en mi carruaje a vapor.

Durante la guerra civil estadounidense, un inventor en Roxbury se veía pasar en un carruaje propulsado por caballos de fuerza y montado sobre ruedas de madera reforzadas con coraza de acero de 34 pulgadas. 382 CC de capacidad divididos en 2 pistones de 164 CC y una caldera enorme tras el piloto.

En años posteriores adaptaría el mismo concepto a una bicicleta y un triciclo, pese a que aún no estaría listo para ser producidos en masa debido a su costo. Por lo que al menos podría cobrar para exhibir estos artilugios en ferias estatales. 

Estoy cansado, este valle de cemento con pinceladas de aceite y basura destrozan mi espalda como mazo a los huesos, no vale la pena. Tantos años de trabajo, aunque más rápido que un caballo, no es cómodo como uno. Jamás me cansaré de describir la sensación de sentir un motor entre mis piernas. Supongo que su lugar será como un animal de circo, nunca libre.

Nuestro inventor tendría que posponer su trabajo durante 15 años, habría invertido mucho tiempo en un invento engorroso de montar por las características del terreno de la época: las suspensiones en el carruaje eran posibles por su distribución en el chasis pero en una bicicleta primitiva no eran factibles. Con el paso de los años una nueva propuesta motivaría a nuestro creador, la bicicleta de seguridad Rover la cual usaría ruedas de caucho marca Dunlop, con mayor capacidad de amortiguación y agarre al asfalto. Bajo el comando de Albert Augustus Pope, teniente coronel del ejército de la Unión, industrialista y fabricante de bicicletas estadounidense, se embarcaría en la tarea de fabricar una segunda versión con base en las nuevas bicicletas Columbia, su uso sería intencionado para competir en los velódromos. 

Albert me ha encargado una nueva adaptación, creo que dudo más en si poner azúcar al café que en retomar mi viejo invento. Mi antiguo trabajo no da espera, con esfuerzo probaré esta nueva versión. Algo anda mal, he tenido despertares nocturnos, a veces siento como mi corazón oprime mi tórax, late a destiempo como un motor mal sincronizado.

La nueva versión pesaba 125 libras, las mejoras al chasis permitirían adaptar mejor la ubicación del motor dando un centro de equilibrio bajo y cómodo. La capacidad de almacenamiento de carbón era para 7 millas aproximadamente y resistía una presión hasta de 450 psi. El 1 de junio de 1896 correría su primera milla en 2 minutos con 24 segundos, motivado por su hazaña, decidiría mejorar su tiempo, en la segunda vuelta los espectadores notarían como su cuerpo colapsaba sobre la pista. La autopsia revelaría que se trataba de un infarto masivo. 

El síndrome de Takotsubo o “síndrome del corazón roto” es una condición clínica en la cual un estado de estrés agudo produce una arritmia cardiaca con compromiso de la circulación de las arterias coronarias, con una prevalencia de 9 hombres por cada mujer, tiene una alta tasa de mortalidad. Es un trastorno raro e infrecuente del cual no se conoce su mecanismo exactamente, las teorías apuntan a que la descarga de catecolaminas (adrenalina, noradrenalina) desencadenadas por una emoción fuerte (estrés, ansiedad, felicidad extrema entre otras) generan cambios en los circuitos eléctricos del corazón, resultando en un paro cardiorespiratorio y un infarto masivo. 

Recibe su nombre ya que al ecocardiograma se evidencia una forma en vasija, un instrumento para atrapar pulpos en Japón. 

Mis palmas sudaban, siento el viento en mi cara, el polvo de la pista me ahoga pero mi mente está en blanco, siento como si mis ojos hubieran perdido la periferia, no veo el horizonte, solo la meta. Mi dedo controla el acelerador, me apoyo sobre el manubrio, he llegado a un estado en que no existe ningún tipo de emoción, a pesar de mi velocidad frenética, solo hay calma, nada me preocupa, solo existo. De repente siento el peso del mundo sobre mi pecho, cierro los ojos, no los puedo volver a abrir, ahora todo es oscuridad, todo está en silencio.

Agradecimientos:

Gracias a Erick Valles CEO de Ace Machines Latinoamérica quien me inspira día a día a crecer en el medio y contar historias. A mi novia Maria Camila Ayala por ser mi editora y tomarse el trabajo de leer en acento sureño de Duck dynasty.